La Proactividad es tener un objetivo y aprovechar cada instante como una oportunidad para alcanzarlo.
Lo normal es que seamos diferentes
Que el aire es una de las necesidades básicas de la vida sobre la Tierra es un hecho conocido. Lo que quizás no se ha valorado es hasta qué punto necesitamos el aire puro para vivir. Seamos conscientes, Nosotros somos también parte de la naturaleza, valoremos nuestra vida, pensemos en nuestros hijos y en el planeta que heredaran.
Por eso "Protejamos nuestro ambiente"
"Las personas realmente trascendentes son, por encima de todo, corteses, atentas y generosas; no sólo hacia algunas personas en ciertas circunstancias, sino hacia todas, todo el tiempo." — Thomas J. Watson

Cuentos para alimentar el alma

 Sabia decisión

Un hombre sabio, mientras viajaba a través de las montañas, se encontró una piedra preciosa en un arroyo. Al día siguiente se cruzó con otro viajero que estaba hambriento, y el hombre sabio abrió su bolsa para compartirle su comida. El viajero hambriento vio la piedra preciosa y le preguntó si se la regalaría. El hombre sabio se la dio sin vacilar.

El viajero partió, alegrándose de su buena fortuna. Sabía que la piedra valía lo suficiente como para darle seguridad por toda la vida. Pero unos días más tarde regresó a devolverle la piedra al hombre sabio.

"He estado pensando", le dijo, "Yo sé lo valiosa que es esta piedra, pero te la devuelvo con la esperanza de que me puedas dar algo aún más precioso. Enséñame lo que hay dentro de ti que te permitió entregarme la piedra sin que te causara el menor conflicto."


El elefante y la mosca

Un discípulo y su maestro caminaban por el bosque. El discípulo estaba preocupado por el hecho de que su mente estaba en constante agitación.

Así que le preguntó al maestro: "¿Por qué siempre están inquietas nuestras mentes y sólo unos pocos poseen una mente tranquila? ¿Qué se puede hacer para aquietar la mente?"

El maestro miró a su discípulo, sonrió y le dijo: "Voy a contarte una historia. Un elefante estaba recogiendo hojas de un árbol para comerlas cuando una pequeña mosca se le acercó volando y zumbando cerca de su oído. El elefante se la sacudió moviendo sus largas orejas. La mosca volvió y el elefante se la sacudió de nuevo".

Esto se repitió varias veces. Entonces el elefante le preguntó a la mosca: "¿Por qué estás tan inquieta y haces tanto ruido? ¿Por qué no puedes permanecer por un tiempo en un mismo lugar?"

La mosca le respondió: "Me siento atraída por todo lo que ven, oyen o huelen mis sentidos. Me llevan constantemente en todas direcciones y no lo puedo resistir. ¿Cuál es tu secreto? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo y quieto?"

El elefante dejó de comer y le respondió: "Mis sentidos no gobiernan mi atención. Todo lo que hago está inmerso en ella. Ahora que estoy comiendo, estoy completamente atento al acto de comer. De esa manera puedo disfrutar mi comida y masticar mejor. Yo gobierno y controlo mi atención".

Al oír estas palabras al discípulo le surgió una sonrisa en el rostro. Miró a su maestro y le dijo: "¡Ya entiendo! Si mis sentidos controlan mi mente y mi atención, mi mente estará constantemente agitada. Si estoy atento gobernaré mis sentidos, entonces mi mente se calmará".

"Así es", respondió el maestro, "La mente es inquieta y se dirige a donde está la atención. Controla tu atención y controlarás tu mente". 

 

La parte más importante del cuerpo

Mi madre solía preguntarme: ¿cuál es la parte más importante del cuerpo? Pasaron años antes de que me atreviera a darle una respuesta.

Primero pensé que el sonido era muy importante para nosotros como seres humanos, por lo que mi primera respuesta fue, "Mis oídos, mamá". Ella me respondió: "No hijo. Muchas personas son sordas. Pero sigue pensando. Ya te lo preguntaré de nuevo".

Pasaron varios años antes de que lo hiciera. Después de aquella primera vez creía haber encontrado la respuesta correcta. Así que en esa ocasión le respondí: "Mamá, la vista es muy importante para todos, por lo que deben ser nuestros ojos". Ella me miró y me dijo: "Estás aprendiendo, pero la respuesta no es correcta, porque hay muchas personas que son ciegas".

Así que seguí con mi búsqueda de conocimiento. Con los años mi madre me preguntó un par de veces más y su respuesta siempre fue: "No, pero te vuelves más inteligente con el paso del tiempo, hijo".

Recientemente murió mi abuelo. Todo el mundo sentía pena. Todo el mundo lloraba. Incluso mi padre. Lo recuerdo sobre todo porque fue la segunda vez que lo vi llorar. Mi madre me miraba cuando tocó el turno de decirle nuestro último adiós al abuelo.

Ella me preguntó: "¿Todavía no sabes cuál es la parte del cuerpo más importante, querido?" Me sentí confundido cuando me lo preguntó en ese momento. Siempre había pensado que sólo se trataba de un juego entre ella y yo.

Observó la confusión en mi cara y me dijo: "Esta pregunta es muy importante. Ya que demuestra quién realmente ha vivido su vida. A cada respuesta que me diste en el pasado te dije que estabas equivocado y un ejemplo de por qué. Pero hoy es el día en que necesitas aprender esta importante lección".

Ella me miró como sólo una madre lo puede hacer. Vi que sus ojos se llenaban de lágrimas mientras me daba la respuesta correcta: "Querido hijo, la parte del cuerpo más importante son nuestros hombros".

Le pregunté, "¿Es porque sostienen la cabeza?" Ella me respondió: "No, es porque pueden sostener la cabeza de un amigo o de un ser querido cuando llora. Todo mundo necesita un hombro en donde posarse para llorar en algún momento de la vida. Sólo espero que tengas suficiente amor y amigos que te ofrezcan un hombro donde llorar cuando lo necesites".

Entonces comprendí que la parte más importante del cuerpo no es egoísta, sino compasiva del dolor de los demás.


Lección para un sadhu

Hace muchas eras un sadhu desarrolló un poder oculto durante sus prácticas espirituales. Entonces se olvidó de la más elevada realización espiritual: fundirse con lo divino. El Creador quería recordárselo, así que apareció frente al sadhu en forma de un hombre común.

Le preguntó al sadhu si contaba con grandes poderes ocultos, a lo que el sadhu, sin dudar, afirmó que sí con orgullo.

El hombre señaló a un elefante que estaba cerca y le preguntó al sadhu: "¿Puedes matar a ese gran elefante?"

Esbozando una sonrisa, como muestra de su arrogancia, el sadhu le respondió: "Eso es muy sencillo". Cogió un poco de polvo entre sus manos, cantó unos cuantos mantras y lanzó el polvo al aire. El elefante al instante cayó sobre la tierra, se retorció de dolor por un momento, hasta que quedó muerto.

"Impresionante", le dijo el hombre. "¿Ahora puedes devolverle la vida al elefante?", preguntó. El sadhu recogió de nuevo un poco de polvo, volvió a cantar unos cuantos mantras y otra vez lanzó el polvo al aire, dibujando de nuevo una sonrisa arrogante en su rostro. El elefante volvió a la vida, se levantó y salió en busca de alimento.

Entonces el hombre le dijo: "Es maravilloso tu poder, pero, ¿me permites preguntarte una cosa? Has matado al elefante y lo has revivido. Pero, ¿qué ha hecho eso por ti? ¿Sientes que tu espiritualidad es más elevada por ello? ¿Te ha permitido acercarte más a Dios?" Después de decirle esto, el Creador lo dejó estupefacto al esfumarse ante sus ojos.


Por un vaso de leche



Un día, un muchacho pobre, que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar sus estudios universitarios, encontró que sólo le quedaba una moneda de diez centavos, y tenía hambre. Decidió entonces que pediría algo de comer en la próxima casa que visitara. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora joven mujer le abrió la puerta. Así que en lugar de comida, ¡pidió un vaso de agua!

Ella vio reflejada en su cara el hambre que pasaba y decidió traerle un gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó: "¿Cuánto le debo?"

"No me debes nada" – respondió ella – "Mi madre nos ha enseñado a nunca aceptar el pago por una caridad".

Entonces él le dijo: "Se lo agradezco de todo corazón".

Cuando el joven estudiante se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, su fe en Dios y en la compasión humana también se fortalecieron. Ya que había estado dispuesto a rendirse y abandonarlo todo.

Varios años después la generosa joven que lo había atendido enfermó gravemente. Los doctores locales no encontraban remedio alguno. Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a varios especialistas para estudiar su rara enfermedad.

Un doctor fue llamado a la consulta. Cuando escuchó el nombre del pueblo de donde venía la paciente sus ojos se llenaron con una extraña luz. Inmediatamente se levantó y acudió a su cuarto.

Vestido con su bata de doctor entró a verla. Él la reconoció de inmediato.

Regresó al cuarto de observación determinado a hacer todo lo posible para salvar su vida. Desde ese día prestó atención especial a su caso. Después de un prolongado esfuerzo, pudo vencer a la enfermedad.

El doctor pidió que le enviaran la cuenta para que la aprobara. La miró y entonces escribió algo en una orilla de la hoja. La cuenta fue enviada a la habitación de la mujer. Ella temía abrirla, porque estaba segura de que le tomaría el resto de su vida pagar por todo. Finalmente la abrió y la nota escrita al borde de la factura le llamó la atención. En ella estaban escritas estas palabras: "Pagado por completo con un vaso de leche".

Celebración de cumpleaños



Una noche, el místico sufí, Farid, soñó que por la gracia de Alá había llegado al paraíso. Encuentra que el Paraíso está decorado. Millones de luces y flores por todas partes, y gran música que anunciaba que se estaba llevando a cabo una celebración.

Entonces pregunta: "¿qué está pasando?" Y le responden. "Es el cumpleaños de Dios, lo estamos celebrando. Has llegado en el momento adecuado".

Así que se ubica debajo de un árbol para ver lo que estaba sucediendo. Una gran procesión comienza a recorrer el camino.

Un hombre cabalga sobre un caballo. Millones y millones de personas detrás de él. Farid pregunta, "¿Quién es este hombre?" Y le dicen: "¿No lo conoces? Es Hajrat Mohammed". Luego pregunta: "¿Quiénes son estas personas?" Y le contestan. "Ellos son mahometanos, los seguidores de Mahoma".

Y luego viene Jesús, y millones le siguen.

Y luego pasa Krishna en su carro de oro, y de nuevo millones le siguen.

Y así sucesivamente... La procesión continúa sin cesar.

Finalmente, un hombre viejo pasa sobre un burro. Nadie va detrás de él, está solo.

Farid se echa a reír mirando a ese hombre. Es gracioso, nadie le seguía. ¿Por qué andaría en burro?

Entonces le pregunta, "¿Quién es usted, señor? He visto pasar a Mahoma, a Cristo, a Krishna, a Mahavira, a Buda? ¿Quién es usted que nadie lo está siguiendo?".

El viejo, que está muy triste, le responde: "Soy Dios. Este es mi cumpleaños. Sin embargo, algunas personas se han convertido en mahometanos, otros se han convertido en cristianos, algunos en judíos, otros en hindúes. Pero nadie se queda para estar conmigo".



El Sueño del Gusano (Cuento Popular)

Un pequeño gusano caminaba un día en dirección al sol. 

Muy cerca del camino se encontraba una hormiga, quien le preguntó:

- ¿Hacia dónde te diriges? 



Sin dejar de caminar, contestó:


- Anoche tuve un sueño, soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. ¡Me gustó tanto lo que vi en mi sueño que he decidido realizarlo! 


La hormiga sorprendida, viendo cómo su amigo se alejaba, le gritó:

- ¡Debes estar loco! ¿Cómo podrás llegar hasta aquel lugar? ¡Si eres una simple oruga! Una piedra será una montaña para ti, un pequeño charco será un mar, y cualquier ramita será una barrera imposible de atravesar. 

Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.

De pronto oyó la voz de un escarabajo:

- ¿Hacía dónde te diriges con tanto empeño?

El gusanito le dijo jadeante:

- Anoche tuve un sueño y deseo realizarlo, subiré a esa montaña y desde allí ¡contemplaré todo nuestro mundo! 

El escarabajo riéndose a carcajadas le dijo:

- Ni yo, con patas más grandes que las tuyas, intentaría llegar hasta allí ¡es imposible! 

La oruga sudando continuó su camino, ya había avanzado unos cuantos centímetros. 

También se encontró con una araña, un ciempiés, una rana, una flor… todos le aconsejaron a nuestro amigo que regrese a su casa. 

- ¡No lo lograrás jamás! -le dijeron todos-

Pero él continuó. En su interior había un impulso que lo obligaba a seguir.
Ya agotado, sin fuerzas, decidió parar a descansar

- Estaré mejor - fue lo último que dijo... y murió.


Todos los animales del valle se reunieron alrededor de él, lo consideraban alguien que murió por querer realizar un sueño irrealizable.


Una mañana en la que el sol brillaba intensamente, todos los animales se volvieron a juntar en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos.


De pronto quedaron atónitos. Aquel armazón duro comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta. 


Poco a poco, fueron saliendo unas hermosas alas de los colores del arco iris. Aquel impresionante ser que tenían frente a ellos era una mariposa. 


Todos quedaron sin palabras… Pudieron contemplar cómo se fue volando hasta la gran montaña a realizar su sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir.
 
 

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"Cuando te refieres a ti mismo como un indio o un musulmán o un cristiano o un europeo, o cualquier otra cosa, estás siendo violento. ¿Te das cuenta por qué estás siendo violento? Porque te estás separando del resto de la humanidad. Cuando te separas por creencias, por nacionalidad, por tradición, generas violencia. Así que un hombre que trata de comprender la violencia no pertenece a ningún país, ni a ninguna religión, ni a ningún partido político o sistema parcial; su interés es la comprensión total de la humanidad." — Jiddu Krishnamurti